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SEQUÍAS EN ESPAÑA SEQUÍAS EN ESPAÑA SEQUÍAS EN ESPAÑA SEQUÍAS EN ESPAÑA
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SEQUÍAS EN ESPAÑA

20-11-2017

En Catalunya a 1817 lo bautizaron como “Lo Any de la Fam” o en Aragón a 1725 como “El año sin Cosecha” y así podríamos alargar una lista de años o períodos en los que la falta de lluvia ha provocado graves problemas a la población.

La sequía va ligada a nuestro clima, así como las grandes tormentas y las inundaciones. En estos momentos estamos padeciendo la peor sequía de las últimas dos décadas, recordándonos la que tuvimos entre 1993 i 1995. El tozudo anticiclón continua dando vueltas alrededor de la Península Ibérica, impidiendo la entrada de perturbaciones atlánticas que puedan regar de forma más o menos uniforme todo el territorio. Con el calentamiento global, las situaciones extremas van aumentando en número, pero todo tiene su fin y esta sequía acabará, incluso nos atrevemos a decir que no pasará mucho tiempo hasta que lleguen las esperadas lluvias. Y como ocurrió en 1996, pocos meses después de la gran sequía, insistentes lluvias obligaron a abrir las compuertas de numerosos pantanos de España y Portugal.

Estudiando los anillos de los troncos de árboles -dendrocronología- podemos observar las variaciones pluviométricas de un determinando punto. Es curioso observar como hay una cierta relación entre sequías y lluvias abundantes, con períodos aproximados de unos 10 años entre un período seco y otro también seco, aunque no siempre se cumple.  Ahora por fortuna tenemos muchos medios para obtener alimentos en nuestro país, pero en “lo Any de la Fam” la falta de lluvia (en Barcelona la media es de 600 litros anuales y ese año tan solo registraron 196 litros) provocó la muerte del 10% de la población o en 1566 diversos barcos provenientes de Sicilia tuvieron que traer alimentos a diversas zonas de España. Con la sequía de 1877 el ferrocarril fue de gran ayuda para transportar víveres de una zona a otra de España, pero no faltaban las rogativas para que lloviera o “Pro Pluvia”.

El futuro lo vemos complicado pero tampoco hay que alarmarse. Las sequías podrán ser más recurrentes pero también los períodos de lluvias intensas. La erosión tendrá un papel cada vez más destacado. Si en 1995 los pantanos estaban agonizando y pocos meses después rebosaban de agua, nada nos impide a creer que en 2018 la situación podrá ser muy diferente de la actual. Pero no hay que quedarse indiferente ante esta situación. Presionemos a los gobernantes para que actúen contra el calentamiento global con medidas que incluso pueden ser impopulares (es ahí donde entre todos tenemos que poner nuestro granito de arena) pero que a la larga reportarán grandes beneficios para el medio ambiente.

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