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HURACANES EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

23-10-2017

De vez en cuando, la meteorología nos sorprende con fenómenos a los que no estamos habituados. Los huracanes, por ejemplo, suelen viajar a centenares o miles de kilómetros de la Península siguiendo la Corriente del Golfo de Méjico. En ocasiones alcanzan el continente europeo desgastados, en forma de borrascas comunes. Sin embargo, este año algo ha cambiado. Entre los días 11 y 16 de octubre, un huracán de categoría 3, cuya presión atmosférica en su centro llegó a ser de 958 hpa, quedó a pocos kilómetros de impactar con el noroeste peninsular. Algo histórico, ya que nunca habíamos tenido ninguno tan cerca de la Península. Se le llamó Ophelia. Tocó tierra en Irlanda en forma de tormenta tropical, dejando 3 muertos, olas de casi 18 metros y vientos que rozaron los 200 km/h. En España y Portugal los efectos fueron olas de 6 metros y vientos que superaron localmente los 100 km/h, agravando una oleada de incendios forestales que dejó la triste cifra de 47 muertos y centenares de heridos. Ophelia continuó su recorrido hacia Escandinavia, ya como una depresión normal y corriente. Su paso tan cercano al continente europeo sacudió la atmósfera, dando un giro a la situación meteorológica que hasta entonces predominaba. El anticiclón, que durante tantas semanas estuvo afectando a la Península, se retiró, abriendo paso a una sucesión de lluvias generales y localmente abundantes, rompiendo así una larga temporada de aguda sequía.

Recientemente, otros huracanes se aproximaron, en condiciones poco habituales, a la Península. En el año 2005, el huracán Vince arrancó de entre las Azores y Canarias hacia el Golfo de Cádiz,  ya en forma de depresión tropical. Se gestó un mes de octubre, con la temperatura del mar a 24ºC. Un hecho insólito que rompió los esquemas de la teoría de formación de huracanes, que presupone un mínimo de 26,5ºC. La presión atmosférica en su centro cayó hasta los 988 hPa con vientos de 120 kilómetros por hora sostenidos durante un minuto. Un mes y medio más tarde, la tormenta tropical Delta afectaría Canarias con ráfagas registradas de hasta 140 kilómetros por hora en puntos del litoral, y de más de 250 kilómetros por hora en la cima del Teide. Los daños materiales fueron cuantiosos con árboles arrancados de raíz, cultivos arrasados, derribo del tendido eléctrico, etcétera.
Otro fenómeno curioso y poco frecuente es el llamado “huracán mediterráneo” o “medicane”. Son estructuras que se asemejan a los huracanes clásicos, aunque con características de tormenta tropical. Su diámetro suele ser inferior a los 300 kilómetros y puede ir acompañado de ráfagas de viento de más de 90 kilómetros por hora y lluvias torrenciales. Encontramos varios ejemplos de este fenómeno. Entre los días 17-18 de octubre de 2007 el ojo de uno de estos “huracanes mediterráneos” se situaba justo frente a las costas de Alicante. En el año 1995 otro rozaba el sur de Italia. Con una temperatura con tendencia al alza a escala global planetaria, no se descarta un incremento en la frecuencia de estos fenómenos, así como de su magnitud. El Mar Mediterráneo es demasiado pequeño para albergar huracanes como los que se forman en el Atlántico o el Pacífico, pese a que la temperatura de sus aguas puede superar en ocasiones los 27ºC. Con tantas sorpresas en los últimos años, no sería difícil aceptar la idea de que en un futuro no muy lejano, huracanes llegados desde el Atlántico o incluso los “medicanes” puedan afectar directamente la Península.

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